El conocimiento

Doctrina y Convenios registra varias revelaciones dadas al profeta José Smith, a menudo en la voz del propio Jesucristo. Por lo tanto, de una manera muy real, Jesucristo es la figura central de Doctrina y Convenios, ya que Él reveló "en términos claros quién es Él, lo que el hombre necesita saber acerca de Él, lo que Él ha hecho para la redención del hombre, lo que Él requiere que el hombre haga por sí mismo, y los acontecimientos futuros que vendrán sobre la tierra y que afectarán a toda la humanidad"1.

En estas revelaciones, encontramos muchos nombres y títulos que describen a Jesucristo2. Estos nombres y títulos (que se encuentran en la siguiente tabla) se muestran no solo para autentificar las revelaciones como escrituras reveladas a través de un profeta, sino también para enseñar algún aspecto de "la divinidad, el carácter y la misión redentora de Jesús, haciendo hincapié en lo que es esencial"3.

Tabla 1. Nombres y títulos de Jesucristo en Doctrina y Convenios4

Entre estos nombres y títulos destacan varios aspectos importantes del papel de Jesús. Consideremos los cuatro siguientes:

Salvador del mundo

En primer lugar, la función divina de Jesús como Salvador del mundo se manifiesta claramente a lo largo de Doctrina y Convenios. De hecho, algunos de los nombres de Jesús que reflejan Su papel como nuestro Salvador, como Cristo, "se utilizan cientos de veces" a lo largo de Doctrina y Convenios5. Los nombres que reflejan el papel de Jesús como Salvador del mundo incluyen Abogado, Cristo, Cristo Cordero, Libertador de la muerte, Jesús que fue crucificado, Cordero, Cordero de Dios, Luz y Redentor, Redentor, Redentor del mundo, Salvador y Salvador del mundo. Cada uno de estos nombres refleja el aspecto central de la vida y misión de Cristo: "Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" (Moisés 1:39).

Muchas de las revelaciones incluso ofrecen perspectivas específicas y únicas sobre la función de Jesús como nuestro Salvador. En una revelación, una parte de "la plenitud del testimonio de Juan" declaraba que Jesús era "era el Verbo, sí, el mensajero de salvación" (Doctrina y Convenios 93:8, 18). Un experto, Matthew L. Bowen, ha observado que existen conexiones significativas entre el nombre "mensajero de salvación" y la designación de que el Señor es "el mensajero del convenio en quien vosotros os complacéis", y que "vendrá súbitamente a su templo" en Malaquías 3:16. Este versículo de Malaquías también se cita en otras revelaciones antiguas y en las traducciones realizadas por José Smith, que inculcaban en la mente de los primeros santos la necesidad de construir un templo y la identidad del Señor como mensajero del convenio7. Por lo tanto, los convenios en el templo desempeñan un papel importante en la salvación de la humanidad, ya que los que hacen peticiones en el templo pueden acercarse al Señor y parecerse más a Él8.

Hijo de Dios

Otro tema central que se encuentra en Doctrina y Convenios es la afirmación de que Jesucristo es el Hijo de Dios. Se hace referencia a Jesús en varias ocasiones como el Hijo Unigénito, el Hijo Unigénito de Dios, el Hijo de Dios, el Hijo del Dios viviente y el Hijo del Hombre. En la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, José Smith también se refirió a Jesús como el "Hijo de tu seno", reflejando la tierna relación que José Smith sabía que Dios y Jesús compartían (DyC 109:4).

Ocasionalmente, Doctrina y Convenios también se refiere a Jesús como "Hijo Ahman", un título único que solo se encuentra en las revelaciones de José Smith. Además de aparecer en las revelaciones canonizadas en Doctrina y Convenios, este nombre también se encuentra en un documento de 1832 que contiene una "muestra de la lengua pura dada por medio de José el Vidente", que relata algunas palabras de la lengua pura que hablaba Adán, como se menciona en el libro de Moisés (Moíses 6:5–6). Este documento identifica Ahman, o Awmen, como un nombre de Dios, que significa "el ser que hizo todas las cosas en todas sus partes". Asimismo, se identifica el nombre Hijo Ahman, o Hijo Awmen, con el significado de "primogénito de Dios"9. Este nombre revelado también refuerza la identidad de Jesús como Hijo primogénito de Dios, tal y como se enseña en el Nuevo Testamento.

Sin Fin y Eterno

En una revelación a Martin Harris, Jesucristo declaró: “Sin fin es mi nombre” (DyC 19:10). Otros nombres de Jesús que reflejan Su naturaleza infinita y eterna incluyen Alfa y Omega, el principio y el fin, y el primero y el último. Jesucristo, al ser un ser infinito, eterno y sin fin, estaba calificado de manera única para llevar a cabo el sacrificio infinito y eterno de la Expiación (Alma 34:14). Como explicó el élder Tad R. Callister: "La Expiación es 'infinita' porque su fuente es 'infinita'... lo que significa un ser que poseía todas las virtudes divinas en medida ilimitada, y por lo tanto, era un Dios"10.

Creador

Jesús también es identificado como el "creador de mundos" y nuestro "Hacedor", habiendo ayudado al Padre en los procesos creativos que dieron lugar a muchos mundos. En algunos casos, Doctrina y Convenios describe actos especializados de creación que concuerdan bien con las antiguas concepciones y nombres de Dios. En Doctrina y Convenios 95:7, por ejemplo, Jesús se identifica como el "Señor de Sabaot", que es por interpretación, el creador del primer día, del principio y del fin". Este título, que también se encuentra en la versión King James de Santiago 5:4, se deriva del nombre-título hebreo Yhwh ṣĕbāʾôt que significa "Señor de los Ejércitos", otro nombre para Jesús (véase Doctrina y Convenios 1:33). Sin embargo, como ha observado Matthew L. Bowen, la identificación del Señor de Sabaot o de los Ejércitos con "el creador del primer día" refleja las antiguas creencias israelitas de que Dios creó o engendró a los ejércitos celestiales y a los ángeles en el primer día de la creación11.

Esto podría entenderse naturalmente como una referencia a "las huestes premortales de la familia humana" que se organizaron y aceptaron a Jesucristo como su Salvador en concilios premortales, como se describe en los libros de Moisés y Abraham12. Jesucristo, como Salvador elegido por Dios, no solo organizó a estas huestes de hijos del Padre en el cielo en el "primer día", sino que también continuó organizando a la familia humana mediante convenios.

Bowen señala que esto se manifestó especialmente cuando el Señor "creó" o "engendró" a Israel en el desierto, lo cual, en cierto sentido, fue una réplica o una recreación del "primer día" o del "Día Uno"13. Además, Jesús "llevó a cabo la expiación infinita", con lo que "terminó las 'huestes' celestiales, al menos las que son verdaderas y fieles en todas las cosas, como 'dioses'"14. Así pues, este acto de creación es continuo y está directamente relacionado con el papel de Jesús como nuestro Salvador, Redentor y Abogado ante el Padre.

El porqué

Mientras estaba con sus discípulos la noche antes de ser crucificado, Jesucristo oró: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Jesucristo ha repetido ese mismo mandato en los últimos días, añadiendo: "Yo soy él. Recibid, pues, mi ley" (véase DyC 132:24).

El llamado a conocer a Dios y a Jesús es importante y no debe tomarse a la ligera. Tal vez por esta razón, se encuentran tantos de Sus nombres a lo largo de las Escrituras. Además de los 112 nombres de Jesús utilizados en Doctrina y Convenios, se hace referencia a Jesús con 101 nombres diferentes en el Libro de Mormón y aún más en la Biblia15. Por supuesto, muchos se repiten a lo largo de cada libro de las Escrituras, pero todos reflejan una característica o aspecto esencial de la naturaleza de Jesús.

El élder Jeffrey R. Holland resumió: "Podemos conocer mejor quién fue, quién es y quién será Cristo al examinar los nombres y títulos que se le han dado, más que por cualquier otro método."16. El élder James E. Talmage también observó: "En los nombres y títulos particulares que autorizadamente se aplican a Jesucristo está manifestada su divinidad. Según el juicio del hombre, los nombres pueden tener poca importancia; pero en la nomenclatura de los Dioses cada nombre es un título de poder o posición"17. Cuando se entienden mejor Sus nombres, los lectores modernos pueden comprender mejor quién es Jesús y apreciar mejor Su infinito amor y misericordia por el mundo.