KnoWhy #770 | Diciembre 31, 2024
¿Por qué era necesaria una restauración?
Publicación aportada por
Scripture Central

"[P]orque se han desviado de mis ordenanzas y han violado mi convenio sempiterno. No buscan al Señor para establecer su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo y cuya substancia es la de un ídolo que se envejece y perecerá en Babilonia, sí, Babilonia la grande que caerá". DyC 1:15–16
El conocimiento
En la primavera de 1820, José Smith oró al Señor por el perdón de sus pecados, así como por el conocimiento para determinar a cuál de las iglesias existentes debía unirse. En respuesta a esta oración, José Smith vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo, quien le ordenó que "no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error" (JSH 1:19). El Señor entonces prometió a José que "la plenitud del evangelio [l]e sería dada a conocer en algún tiempo futuro"1.
Desde el principio de sus experiencias, José Smith aprendería que había habido una apostasía o caída de la iglesia cristiana primitiva y que él sería llamado a restaurar la Iglesia de Jesucristo en la tierra. Esta restauración ocurriría en los años subsiguientes cuando José Smith tradujo o reveló nuevas escrituras, recibió la autoridad del sacerdocio de profetas y apóstoles resucitados, y organizó formalmente la Iglesia según las instrucciones y autorización del Salvador Jesucristo ya exaltado.
Desde los primeros días de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se enseñó claramente la necesidad de esta restauración2. Esa enseñanza distingue a los Santos de los Últimos Días de otros cristianos. Por más de doscientos años, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha sostenido que "[1] el evangelio fue cambiado, [2] los convenios fueron quebrantados, [3] y la autoridad se perdió, y por lo tanto era necesario restaurarlos en la tierra"3. Además, como Richard E. Bennet ha señalado: "Minimizar este hecho es malinterpretar nuestra historia"4. Juntas, estas tres cosas resumen de manera concisa por qué era necesaria una restauración por medio del Profeta José Smith.
El Evangelio sufrió cambios significativos
Primero, durante la apostasía muchos puntos del evangelio fueron deliberadamente alterados, quitados o perdidos. Esto quedó claro en el Libro de Mormón cuando el ángel le dijo al profeta Nefi: "[H]a despojado el evangelio del Cordero de muchas partes que son claras y sumamente preciosas" (1 Nefi 13:26). Según John W. Welch, esto "podría haber ocurrido más, alterando el significado o la comprensión de los conceptos enseñados por el Señor que cambiando las palabras mismas"5. Por ejemplo, mientras que las palabras gracia y fe habrían evocado originalmente conceptos y obligaciones del convenio para los cristianos del primer siglo, estas palabras fueron reinterpretadas en siglos posteriores para eliminar cualquier asociación con el convenio6. Esto cambió drásticamente la forma en que los cristianos entendían los elementos esenciales del evangelio de Jesucristo7.
Además, el ángel le mostró a Nefi que “se han quitado muchas cosas claras y preciosas del libro, el cual es el libro del Cordero de Dios”, o la Biblia (1 Nefi 13:28). Como ha señalado John Gee, muchos de estos cambios problemáticos en la Biblia son reconocibles incluso desde tan temprano como el siglo II d. C., una época en la que “el cristianismo se había fragmentado en docenas de grupos disidentes, y cada grupo acusaba a los demás de poseer textos tanto falsificados como corrompidos”8.
Un obispo de los primeros cristianos llamado Ireneo, por ejemplo, afirmó que los seguidores de un cristiano llamado Valentino corrompieron las Escrituras "transfiriendo pasajes, disfrazándolos de nuevo y haciendo una cosa de otra ... adaptando los oráculos del Señor a sus opiniones"9. Tertuliano observó de forma similar cómo Marción, un líder cristiano, "aceptó a Pablo y una forma modificada de Lucas, pero rechazó todas las demás Escrituras cristianas". Tertuliano también condenó abiertamente a Marción por haber "hecho tal escisión de las Escrituras como convenía a su propia materia"10. Otros añadieron pasajes a las Escrituras para que se ajustaran a sus creencias y sirvieran a sus propias situaciones11.
Los convenios de Jesucristo fueron modificados o descartados
Otra causa de la apostasía identificada por el ángel en la visión de Nefi fue la pérdida de los convenios. El ángel explicó: "[H]a quitado muchos de los convenios del Señor. Y ha hecho todo esto para pervertir las vías correctas del Señor, para cegar los ojos y endurecer el corazón de los hijos de los hombres" (1 Nefi 13:26-27). Este mismo problema se mencionó en 1831 cuando el Señor reveló a José Smith: "[S]e han desviado de mis ordenanzas y han violado mi convenio sempiterno. No buscan al Señor para establecer su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios" (DyC 1:15-16).
El abandono de los convenios era un aspecto clave de la comprensión de la apostasía en los tiempos bíblicos. James E. Faulconer ha observado que tanto "la fidelidad a Dios como la apostasía de él se hablan a menudo en términos de convenio [a lo largo del Antiguo Testamento]. Ser fiel es mantener el convenio; apostatar es romper el convenio"12. Noel B. Reynolds también ha señalado que este trágico abandono de los convenios es evidente en los primeros textos cristianos de los cuatro primeros siglos, ya que las ordenanzas se cambiaron para adaptarse a las innovaciones teológicas y restar importancia a la necesidad de los individuos de vivir una vida transformada13. Como observó Welch: “Sin los convenios, las enseñanzas del cristianismo primitivo se apartan de su contexto en una religión basada en el convenio y se les da un papel más general y diluido”14.
Se perdieron las llaves y la autoridad esenciales del sacerdocio
Tercero, para hacer convenios y llevar a cabo ordenanzas, se requieren las llaves y la autoridad del sacerdocio. Operar bajo las llaves, las cuales se confiaron primero a Pedro, era esencial para el orden de la Iglesia de Jesucristo (véase Mateo 16:18-19). Esa autorización permite que un individuo represente al Señor y ayude a otros a parecerse más a Él. Gee observó: "Para que alguien represente a Dios, Dios tiene que designarlo como su representante y concederle esa autoridad. No es algo que elijamos por nosotros mismos"15.
Esa autoridad del sacerdocio también permite a los individuos recibir revelación para otros bajo su mayordomía. De este modo, los profetas y apóstoles tienen la autoridad de recibir revelación para toda la Iglesia porque se les ha dado la autoridad necesaria para hacerlo. La pérdida de esta autoridad (y por lo tanto la pérdida de esta revelación), señala Gee, "hará que la Iglesia pierda su legitimidad a los ojos de Dios"16. José Smith señaló la pérdida del sacerdocio como una causa principal de la apostasía general ya en 183217. Cuando José Smith y Oliver Cowdery reconocieron que nadie tenía la autoridad para bautizar en 1829, Juan el Bautista les confirió esta autoridad, la cual "nunca más será quitad[a] de la tierra" (DyC 13:1).
El porqué
La Gran Apostasía que precedió a la Restauración fue causada por varias circunstancias que trabajaron en conjunto tras la muerte de los doce apóstoles ordenados por Jesucristo18. Cualquiera de estas razones, intencionada o no, habría sido suficiente para merecer una restauración del evangelio, especialmente a medida que pasaba el tiempo sin autoridad apostólica y solo quedaban líderes locales de la Iglesia para dirigirla19. Que habría una apostasía general, fue reconocido por los autores del Nuevo Testamento e incluso por los primeros cristianos20. Sin embargo, también reconocieron que habría una restauración, corrigiendo los males perpetuados por la apostasía y restaurando el evangelio en su plenitud en la tierra para completar las verdades que habían sobrevivido a través de los siglos.
Pedro mencionó que "los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempos antiguos", se cumplieron en la restauración (Hechos 3:21). Hablando en tiempos modernos, el Señor ha dicho que Él "llam[ó] a [su] siervo José Smith, hijo, y le habl[ó] desde los cielos y le di[ó] mandamientos ... para que se establezca mi convenio sempiterno; para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes" (DyC 1:17, 22-23). Con los convenios de Dios una vez más establecidos y con los profetas autorizados para actuar en nombre de Dios de nuevo en la tierra, el evangelio podría ser plenamente restaurado.
Por supuesto que, nada de esto quiere decir que otras religiones, iglesias, denominaciones o individuos carezcan de la verdad21. Tal nunca ha sido la enseñanza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; los profetas han reconocido repetidamente cómo los individuos se mantuvieron fielmente firmes a la verdad que habían recibido a lo largo de los siglos que condujeron a la Restauración. El élder Dallin H. Oaks enseñó: "Cuando el evangelio fue restaurado, las religiones de este país estaban inflamadas de fervor con el testimonio de Jesús. ... [y] había muchos hombres y mujeres buenos y honorables que fueron valientes en su testimonio de Jesús22. Como afirmó el profeta José Smith: "¿Tienen algo de verdad los presbiterianos? Sí. ¿Tienen algo de verdad los bautistas, metodistas, etc.? Sí, todos tienen un poco de verdad mezclada con error"23. El presidente Gordon B. Hinckley invitó de manera similar al mundo: “[T]raigan todo lo bueno y toda la verdad que hayan recibido de cualquier fuente y veamos si podemos añadir a ellas”24.
Así, la Restauración del evangelio sirve como una invitación al mundo para venir, recibir más verdad, hacer convenios eternos con Dios, recibir ordenanzas de aquellos con la autoridad para hacerlo en el nombre de Jesucristo, y ser bendecidos en esta vida y en la próxima. Es un mensaje y una invitación extendida por Dios a todas las personas del mundo.
John Gee, “Ten Views on the Falling Away”, BYU Studies 63, no. 2 (2024): 139–176.
Noel B. Reynolds, ed., Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy (Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS], 2005).
Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Deseret Book, 2006).
Matthew B. Brown, All Things Restored: Confirming the Authenticity of LDS Beliefs (Covenant Communications, 2000).
- 1. “‘Church History’, 1 March 1842”, pág. 707, The Joseph Smith Papers. Para un análisis de los cuatro relatos de primera mano de la visión de José Smith, véase Central de las Escrituras, “Los relatos de primera mano de José Smith sobre la Primera Visión: José Smith-Historia Perspectiva #1”, Central de la Perla de Gran Precio, marzo 31, 2020.
- 2. Véase, de manera general, Richard E. Bennett, “‘A World in Darkness’: Early Latter-day Saint Understanding of the Apostasy, 1830–1834”, en Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy, ed. Noel B. Reynolds (Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS], 2005), 67–99; John Gee, “Ten Views on the Falling Away”, BYU Studies 63, no. 2 (2024): 141–150.
- 3. Gee, “Ten Views on the Falling Away”, 147.
- 4. Con respecto a cómo los misioneros en los años 1830–1834 enseñaron sobre la apostasía, Richard E. Bennet observó: “El grupo misionero temprano de la iglesia hablaba de la apostasía en tonos muy enérgicos o vehementes. Enseñaban que era una realidad, profetizada desde hace mucho tiempo y ahora cumplida, que el mundo cristiano había perdido su camino, cuyos resultados eran espiritualmente y moralmente devastadores. Minimizar este hecho es malentender nuestra historia". Bennett, “‘World in Darkness’”, 85.
- 5. John W. Welch, “Modern Revelation: A Guide to Research About the Apostasy”, en Reynolds, Early Christians in Disarray, 108.
- 6. Para un excelente análisis de esta cuestión, véase Brent J. Schmidt, Relational Grace: The Reciprocal and Binding Covenant of Charis (BYU Studies, 2015); Brent J. Schmidt, Relational Faith: The Transformation and Restoration of Pistis as Knowledge, Trust, Confidence, and Covenantal Faithfulness (BYU Studies, 2022); Central de las Escrituras, “¿Qué significó la gracia para Pablo? (Romanos 3:23–24)”, KnoWhy 683 (agosto 8, 2023); Central de las Escrituras, “¿Cómo entendió Pablo la fe? (Romanos 9:30)”, KnoWhy 684 (Agosto 25, 2023).
- 7. Para más ejemplos de cómo se han reinterpretado las palabras para eliminar algunas doctrinas del Evangelio, véase Welch, “Modern Revelation”, 108.
- 8. John Gee, “The Corruption of Scripture in Early Christianity”, en Reynolds, Early Christians in Disarray, 163–164.
- 9. Irenaeus, Contra Haereses 1.8.1.
- 10. Gee, “Corruption of Scripture in Early Christianity”, 171; Tertullian, De Praescriptione Haereticorum 38.
- 11. Uno de los ejemplos más claros de adición a las Escrituras es la coma joánica de 1Juan 5:7-8, que añade una fórmula trinitaria no documentada antes del siglo IX d. C.. Incluso entonces, la fórmula fue atestiguada solo en manuscritos latinos hasta la compilación de la tercera edición del Textus Receptus de Erasmo (de la cual se tradujo la versión King James). Para una discusión más completa de este punto, véase Lincoln H. Blumell y Spencer Kraus, The Johannine Epistles (Central de las Escrituras, 2023), 12–13.
- 12. James E. Faulconer, “The Concept of the Apostasy in the New Testament”, en Reynolds, Early Christians in Disarray, 137.
- 13. Véase Noel B. Reynolds, “The Decline of Covenant in Early Christian Thought”, en Reynolds, Early Christians in Disarray, 295–324.
- 14. Welch, “Modern Revelation”, 109. Doctrina y Convenios 64:8 enseña que una de las causas de la apostasía fue la falta de voluntad de los primeros cristianos para perdonarse unos a otros. Para un análisis sobre esto, véase Welch, “Modern Revelation”, 102–105.
- 15. Gee, “Ten Views on the Falling Away”, 148–149.
- 16. Gee, “Ten Views on the Falling Away”, 149.
- 17. Véase “History, circa Summer 1832”, pág. 1, The Joseph Smith Papers.
- 18. Para más información sobre la Apostasía y la Restauración, véase Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Deseret Book, 2006); Matthew B. Brown, All Things Restored: Confirming the Authenticity of LDS Beliefs (Covenant Communications, 2000).
- 19. Las palabras griegas apostasia y parabates pueden referirse a varios tipos de rebelión, desobediencia, alejamiento, abandono, transgresión o pecaminosidad. Cuando los apóstoles del Nuevo Testamento usaron estas palabras para describir la apostasía, subrayaron muchos de los problemas que enfrentó la Iglesia en sus primeros años como personas abandonadas o alejadas de Dios y sus convenios.
- 20. Para una discusión sobre este punto, véase Central de las Escrituras, “¿Qué enseña el Nuevo Testamento sobre la Gran Apostasía? (2 Tesalonicenses 2:3)”, KnoWhy 695 (Noviembre 3, 2023); Gee, “Ten Views on the Falling Away”, 153–157, 166–175.
- 21. Si bien algunos podrían señalar la declaración del Señor en la Primera Visión de que los diversos credos cristianos eran una abominación y ciertos maestros se corrompían, esta declaración tiene sentido cuando se ve en el contexto de lo que muchos de estos credos dijeron que impulsó la división entre la gente. Por otra parte, no se trata de una condena contra todos los maestros o miembros cristianos, ni debe entenderse en ese sentido. Para una explicación sobre esto, véase Central de las Escrituras, “¿Son realmente abominables los credos cristianos?”, Central de La Perla de Gran Precio, 31 de marzo de 2020; John W. Welch, “‘All Their Creeds Were an Abomination’: A Brief Look at Creeds as Part of the Apostasy”, en Prelude to the Restoration: From Apostasy to the Restored Church, ed. Steven C. Harper, Andrew H. Hedges, Patty Smith, Thomas R. Valletta y Fred E. Woods (Religious Studies Center, Brigham Young University; Deseret Book, 2004), 228–249.
- 22. Dallin H. Oaks, “Testigos de Cristo”, Conferencia General, octubre de 1990.
- 23. “History, 1838–1856, volume E-1 [1 July 1843–30 April 1844]”, pág. 1681, The Joseph Smith Papers.
- 24. Gordon B. Hinckley, “El maravilloso fundamento de nuestra fe”, Conferencia General, octubre de 2002.