KnoWhy #803 | Julio 22, 2025

¿Por qué el sacerdocio y el templo son esenciales para entrar en la presencia de Dios?

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Scripture Central

Una novia y un novio caminando fuera del Templo de Manila, Filipinas. Fotografía cortesía de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Una novia y un novio caminando fuera del Templo de Manila, Filipinas. Fotografía cortesía de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

“Y este sacerdocio mayor administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios. Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad". Doctrina y Convenios 84:19–20

El Conocimiento

El 22 y 23 de septiembre de 1832, en Kirtland, Ohio, José Smith recibió una revelación con la presencia de al menos seis élderes1. Esta revelación, que hoy se halla en Doctrina y Convenios 84, fue descrita por José Smith como una revelación “sobre el sacerdocio” y contiene profundas verdades acerca del sacerdocio, el cual había sido restaurado en la tierra por medio de mensajeros angelicales2.

Steven C. Harper ha señalado que, además de ser una revelación sobre el sacerdocio, esta revelación “puede considerarse con igual precisión como una revelación sobre las ordenanzas del templo [y] los convenios”3. De hecho, el templo es una parte clave de esta revelación desde el principio, con un énfasis constante en que los santos construyeran un templo (véase Doctrina y Convenios 84:2–5). Así, como explicó Harper, “es evidente que José pensaba en el templo. El Señor ya le había revelado el sitio para el templo en Independence, Misuri. José había dedicado el terreno. Esta revelación manda a los santos construir el templo y forja los vínculos del evangelio entre la obra misional, la reunión de Israel, el cumplimiento de profecías antiguas y la edificación de la Nueva Jerusalén, coronada con su santo templo”4.

Este contexto preparó el terreno para las profundas verdades que habrían de revelarse. Después de repetir Su mandamiento de edificar un templo en Misuri, el Señor ofreció “una explicación del sacerdocio, con la cual da a conocer la importancia de las ordenanzas del templo. En resumen, el sacerdocio ratifica las ordenanzas que habrán de realizarse en el templo profetizado”, observó Harper. Además, esta revelación “explicó el pasado del sacerdocio y anticipó su uso futuro en los templos”5.

Esto se hace claramente evidente cuando el Señor habla del propósito del sacerdocio, vinculándolo de manera inseparable con las ordenanzas del evangelio. Según esta revelación, el Sacerdocio de Melquisedec

administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios. Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad. Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio, el poder de la divinidad no se manifiesta a los hombres en la carne; porque sin esto, ningún hombre puede ver la faz de Dios, sí, el Padre, y vivir (Doctrina y Convenios 84:19–22)

En estos versículos, señala Casey Griffiths, “la ‘divinidad’ es el poder de llegar a ser como Dios y se hace posible mediante los convenios y las ordenanzas facilitadas por medio del sacerdocio”6.

En última instancia, estos versículos enseñan con claridad por qué el Señor ha dado a Su Iglesia el sacerdocio y las ordenanzas del templo: para prepararnos para entrar en la presencia de Dios. Esto también se aclara en el juramento y convenio del sacerdocio, que se encuentra en los versículos 33 al 44 de esta revelación. Jeffrey M. Bradshaw señala que en el juramento y convenio del sacerdocio “se presenta cuidadosamente una secuencia definida de bendiciones del templo”7. Esto se observa en muchas de las bendiciones prometidas a quienes son fieles al obtener los sacerdocios Aarónico y de Melquisedec, y magnificar sus responsabilidades en el sacerdocio (véase Doctrina y Convenios 84:33).

Por ejemplo, a quienes obtienen estos sacerdocios se les promete que “llegarán a ser los hijos de Moisés y de Aarón” (Doctrina y Convenios 84:34). Como explica Bradshaw, esta bendición permite a los poseedores del sacerdocio llegar a ser “herederos legítimos de las bendiciones del sacerdocio mayor y del menor, respectivamente”8. Además, se les promete que serán “llenos de la gloria del Señor sobre el monte de Sion en la casa del Señor”, al ser investidos con poder, así como lo fueron Moisés y Aarón9. También se bendice a estas personas con ser llamados “la descendencia de Abraham”; por tanto, heredan todas las bendiciones del convenio abrahámico (Doctrina y Convenios 84:34).

La bendición suprema, sin embargo, es que estos individuos recibirán tanto a Cristo como al Padre, y que “el que recibe a mi Padre, recibe el reino de mi Padre; por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado” (Doctrina y Convenios 84:38; véanse los versículos 35–37). Esta es la realización completa de la investidura del templo: entrar en la presencia de Dios, poder morar con Él para siempre en el mundo venidero y llegar a ser como Él15. Harper lo resumió de manera sucinta: “Este, entonces, es el juramento y convenio del sacerdocio: quienes reciban y obtengan el sacerdocio y lo magnifiquen heredarán todo lo que tiene el Padre Celestial”16.

El porqué

Como se destaca en Doctrina y Convenios 84, tanto el sacerdocio como el templo son fundamentales para recibir las mayores bendiciones que Dios ofrece a Sus hijos. Permiten que los hijos de Dios se preparen para entrar finalmente en Su presencia, heredar todo lo que Él posee y llegar a ser como Él. Como observó Steven C. Harper: “La investidura de poder necesaria para conocer a Dios se halla en las ordenanzas del templo. Sin las ordenanzas del templo realizadas por el Sacerdocio de Melquisedec, el poder para conocer a Dios no está disponible para la humanidad. Sin la investidura del poder del sacerdocio, el hombre no puede soportar la presencia de Dios”17. De manera similar, Casey Griffiths señaló: “Una persona que participa en las ordenanzas del templo entra en un juramento y convenio con Dios que facilita su ingreso al reino celestial”18.

Por lo tanto, el juramento y convenio del sacerdocio es fundamental para todos aquellos, sean hombres o mujeres, que deseen recibir estas bendiciones. Este juramento y convenio es inseparable del templo, ya que “incluye todos los convenios que se hacen en el templo”19. Los Santos de los Últimos Días deben esforzarse por vivir de tal manera que sean dignos de todas las bendiciones y promesas vniculadas al templo. De igual forma, los poseedores del sacerdocio deben procurar magnificar su sacerdocio en todo lo que hagan, a fin de recibir todas las bendiciones prometidas en el juramento y convenio del sacerdocio. Al hacerlo, pueden tener la seguridad de que, al permanecer fieles y leales a sus convenios, recibirán todas las bendiciones que Dios les ha prometido en esta vida y en la venidera.

Lecturas adicionales
Notas al pie
Doctrina y Convenios
Juramento y convenio del sacerdocio
Sacerdocio
Templo
Ordenanzas del templo
Sellamiento

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