KnoWhy #341 | Abril 5, 2018

¿Qué podemos aprender de las primeras palabras del Salvador en la tierra de Abundancia?

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Central de las Escrituras

“He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo. Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio". 3 Nefi 11:10–11

Contexto y Contenido

Tras la muerte del Salvador, los nefitas y lamanitas presenciaron una terrible obscuridad y destrucción (3 Nefi 8-10).1 Por causa de estos eventos, las personas se reunieron "en los alrededores del templo" en la tierra de Abundancia (3 Nefi 11:1). Allí presenciaron la milagrosa aparición del Señor resucitado. Las primeras palabras que habló cuando apareció son de las más profundas declaraciones en todas las Escrituras. Se presentó, describió qué era lo que acababa de cumplir, y estableció Su relación con el Padre (3 Nefi 11:10-11).

Antes de decir alguna palabra, el Salvador "extendió la mano" (3 Nefi 11:9), una señal que a menudo en el Libro de Mormón se hace antes de que una persona hable palabras importantes.2 La gente estaba confundida ante esto (3 Nefi 11:8), pero después de que hizo esta señal y se presentó a sí mismo, "toda la multitud cayó al suelo" y "recordaron" (3 Nefi 11:12). Entre algunos de los primeros cristianos, el levantar las manos era conocido como la "señal" de Cristo.3

Primero, el Salvador se presentó a sí mismo como "Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo". Por muchos años, los descendientes de Lehi y su pueblo habían esperado la venida del mesías, el hijo de Dios, cuyo nombre sería Jesucristo (véase 2 Nefi 25:19, Mosíah 3:8). Por lo que se estableció a sí mismo como el tan esperado Mesías, anticipado por muchos de los profetas del Libro de Mormón.4

Dominio de la Doctrina 3 Nefi 11:10-11. Infográfico a través de Book of Mormon Central

Dominio de la Doctrina 3 Nefi 11:10-11. Infográfico a través de Book of Mormon Central

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También declaró: “Yo soy la luz y la vida del mundo”. Aunque en el evangelio de Juan, Cristo se llama a sí mismo "la luz del mundo" y dice que en "él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres",5 solamente en el Libro de Mormón Jesús utiliza el título específico "la luz y la vida del mundo".6 Para un pueblo que recientemente había padecido mucha obscuridad y muerte, el anuncio de que la Luz y la Vida ahora estaba ante ellos habría sido especialmente significativo. Como observó el élder Jeffrey R. Holland, "Su gloria creaba un contraste espléndido y brusco con los tres días de muerte y tinieblas que ellos habían sufrido con anterioridad".7

En los evangelios del Nuevo Testamento, el Salvador temía beber la "copa" y pidió por la posibilidad de no tomarla.8 Sin embargo, es aquí, hablando a los nefitas y lamanitas, donde primero lo llama "la amarga copa".9 Alma había hablado anteriormente de la "amarga copa" que los inicuos debían tomar como parte de la consecuencia del pecado (Alma 40:26). Por lo tanto, beber "la amarga copa" es una metáfora apropiada de "tomar sobre sí [mismo]... los pecados del mundo". El Salvador sufrió las consecuencias del pecado (al tomar de la "amarga copa") en nombre de todos, para que aquellos que se arrepientan no tengan que tomar de la amarga copa por sí mismos.10

En toda su estancia entre las personas del Libro de Mormón, el Salvador repetidamente explicó los aspectos de su relación con el Padre, y en consecuencia 3 Nefi es tal vez el mejor lugar en todas las escrituras para aprender acerca de la trinidad.11 El Salvador comenzó esta enseñanza de manera inmediata, al introducirse a sí mismo, explicando que había "glorificado" al Padre y se había "sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas". Por lo que el Salvador comenzó a testificar de Su respeto hacia el Padre.

Doctrinas y Principios

De esta primera declaración del Salvador al pueblo del Libro de Mormón, el élder Jeffrey R. Holland escribió:

De todos los mensajes procedentes de los escritos de la eternidad, ¿cuál traía Él? ... La esencia de Su misión terrenal. Obediencia y lealtad a la voluntad del Padre sin importar lo amargo de la copa o lo doloroso del precio. Esta es la lección que enseñó a aquellos nefitas una y otra vez durante los tres días que estuvo con ellos. Por medio de la obediencia y del sacrificio, la humildad y la pureza, y una incansable determinación de glorificar al Padre, Cristo mismo fue glorificado. Con una completa devoción a la voluntad del Padre, Cristo se había convertido en la luz y la vida del mundo.12

Al someterse humildemente a la voluntad del Padre en todas las cosas, el Salvador dio un ejemplo para seguir. En última instancia, vencemos el pecado por medio de Su sacrificio expiatorio, la misma manera en que cumplió Su sacrificio expiatorio en primer lugar: de manera voluntaria nos sometemos como un niño se somete a su padre (Mosíah 3:19).13

Aunque la sumisión a la voluntad del Padre a menudo parece difícil, nadie enfrentará nunca una tarea tan grande y desafiante como la "amarga copa" que tomó el Salvador. El hecho de que Él se enfrentó al desafío y bebió de la amarga copa, después de desear "no tener" que hacer esa asignación (DyC 19:18) nos puede dar confianza de enfrentar incluso nuestros desafíos más grandes. Esto es especialmente cierto dado que, por medio de Su expiación, el Salvador consuela, ayuda y nos fortalece en nuestros tiempos de prueba.

Esto es lo que lo hace la luz y la vida del mundo. Así como lo hizo con las personas fieles que se congregaron en el templo de la tierra de Abundancia, Él puede traernos luz durante tiempos de obscuridad, y por medio de Su luz, puede quitar la obscuridad. Él conquista la muerte al traer la vida eterna.

La visita del Salvador a esos nefitas y lamanitas es "el punto central, el momento supremo, de toda la historia del Libro de Mormón".14 El tono se estableció por la manera milagrosa en que descendió entre ellos, y sus primeras palabras les enseñaron verdades fundamentales sobre Su relación con el Padre, la naturaleza de Su sacrificio expiatorio y sobre quién es Él. El hecho de que estas enseñanzas fueron dadas en el templo, nos recuerda de la importancia del templo como un lugar donde podemos aprender y venir a Él y hacer eco de Su sacrificio al realizar los convenios eternos con el Padre por medio de Él por nuestra propia voluntad y elección.

Otras lecturas

Jeffrey R. Holland, Cristo y el Nuevo Convenio (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2001).

Ezra Taft Benson, “The Savior’s Visit to America", Ensign, May 1987, en línea en lds.org.

 
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