KnoWhy #543 | Enero 5, 2020

¿Por qué Nefi no mencionó el nombre de María?

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Central de las Escrituras

"Sí, es el amor de Dios que se derrama ampliamente en el corazón de los hijos de los hombres; por lo tanto, es más deseable que todas las cosas" 1 Nefi 11:22

El Conocimiento

En su visión del árbol de la vida, Nefi vio a "[u]na virgen, más hermosa y pura que toda otra virgen" (1 Nefi 11:15) quien llegaría a ser "la madre del Hijo de Dios, según la carne" (v. 18). Curiosamente, mientras otros profetas del Libro de Mormón claramente identificaron a esta virgen como María (véase Mosíah 3:8; Alma 7:10), Nefi nunca lo hizo. El erudito bíblico Matthew Bowen ha preguntado: "¿No parece extraño entonces que Nefi no mencionara su nombre, suponiendo que lo conocía? ¿Dónde está su nombre?"

Bowen propuso que la respuesta se puede encontrar en el significado del mismo nombre de María, el cual más probablemente deriva de la raíz egipcia mr(i) o mry el cual significa "amor" o "deseo".1 En lugar de indicar directamente el nombre de María, parece que Nefi enfatizó los significados de la antigua raíz de la cual probablemente se derivaba su nombre.

Cuando el guía angelical de Nefi le preguntó si comprendía la "condescendencia de Dios", Nefi respondió: "Sé que [Dios] ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas” (1 Nefi 11:17–18). Luego, después de mostrarle a Nefi una visión del nacimiento de Cristo, el ángel preguntó: "¿Comprendes el significado del árbol que tu padre vio?" Nefi respondió: "Sí, es el amor de Dios" (vv. 21–22). Nefi utilizó el término amor dos veces en este capítulo, explicando que las "aguas son una representación del amor de Dios; y... que el árbol de la vida representaba el amor de Dios" (v.25).2

La palabra deseo también aparece con una frecuencia inusual. La razón por la que Nefi fue privilegiado en contemplar la visión en primer lugar fue porque él "dese[ó] conocer las cosas que [su] padre había visto" (1 Nefi 11:1). En varias ocasiones en este capítulo, el deseo de Nefi se menciona de manera similar: "He aquí, ¿qué es lo que tú deseas?" (v.2; cf. v.10) … Deseo ver las cosas que mi padre vio (v.3)... por lo tanto, verás las cosas que has deseado (v.6). Finalmente, siguiendo la identificación de Nefi del árbol de la vida como el "amor de Dios" en el versículo 22, Nefi explicó que este amor "es más deseable que todas las cosas".

Así, en varias ocasiones, los términos amor y deseo, las probables raíces del nombre María, son utilizadas a lo largo de este capítulo. De manera notable, la única ocasión en que se utilizaron juntos en el mismo versículo es cuando describen el árbol de la vida (1 Nefi 11:22). Esto parece ser más que una coincidencia porque hay buenas razones para asociar el árbol de la vida con María misma.

Así como el árbol de la vida dio frutos preciosos, María dio a luz a Jesucristo. Además, la asociación del árbol de la vida con una figura materna sagrada o divina estaba presente en la antigua religión israelita.3 Al describir el árbol de la vida como el "amor de Dios" el cual "es más deseable que todas las cosas", Nefi vinculó el árbol sagrado con la raíz egipcia que, literal o implícitamente, representaba el nombre de María.4 Bowen concluyó que con lo que sabía Nefi tanto del egipcio como del hebreo, su "conocimiento del nombre de María y su significado, explica y motiva de manera plausible el énfasis dramático sobre el "amor de Dios" en 1 Nefi 11 y la comprensión del significado general del árbol de la vida".5

El por qué

Este análisis lingüístico y textual puede ayudar a los lectores a ver a María con una nueva perspectiva. Según el profeta Alma, ella era "un vaso precioso y escogido", (Alma 7:10; cursiva agregada). Esta descripción es importante ya que el fruto que María dio, el Hijo de Dios, de la misma manera fue descrito simbólicamente como siendo "el más precioso y el más apetecible de todos los frutos" (1 Nefi 15:36; énfasis añadido).6 Entenderlo de esta manera, el nombre de María propiamente simboliza su misión de traer al mundo la cosa más deseable que Dios puede ofrecer, a Su hijo amado, Jesucristo, quien manifiesta el amor eterno del Padre para todos Sus hijos (véase Juan 3:16).

La función de María de dar a luz al Hijo de Dios fue sagrada y santa, un don para toda la tierra. De la misma manera, la función eterna de la maternidad es sagrada y santa para todas las mujeres que tienen o experimentarán las bendiciones, responsabilidades y dones de vida y amor, ya sea durante la mortalidad o en las eternidades por venir.

Hablando a las mujeres en la sesión de la Conferencia General de octubre de 1980, Mary F. Foulger declaró: “Admiramos el llamamiento que recibió María de ser la madre del Señor; pero nosotras también hemos sido llamadas para ser las madres de posibles dioses. Como mujeres Santos de los Últimos Días comprendemos que el verdadero propósito de la creación depende de nuestra participación como madres de los hijos espirituales de Dios en esta tierra".7 Mientras que María no debe ser adorada o rezada, debe ser honrada, venerada y emulada. Como dijo el élder Bruce R. McConkie: "Deberíamos... sostener a María con esa alta estima adecuada que es la suya”.8

Reconocer que el nombre de María está asociado con el amor de Dios puede ayudar a los lectores a recordar el valor eterno que tiene toda mujer y madre. 9 También explica por qué María tuvo una función tan importante en la historia inicial de los evangelios de Mateo y Lucas, así como también en la visión de Nefi del árbol de la vida. ¿Qué mejor manera de enfatizar el amor de Dios que llamar la atención sobre la madre de Cristo, quien por el mismo significado de su nombre era el amor personificado y quien dio a luz el don más deseable de Dios? Parace que al usar los significados principales del nombre de María, en lugar del mismo nombre, Nefi de manera inteligente llamó la atención a su función divinamente designada para dar a luz y criar al niño Jesús.

Otras lecturas

Matthew Bowen, “‘Most Desirable Above All Things’: Onomastic Play on Mary and Mormon in the Book of Mormon”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 13 (2015): 27–61.

Daniel C. Peterson, “A Divine Mother in the Book of Mormon?” en Mormonism and the Temple: Examining an Ancient Religious Tradition, ed. Gary N. Anderson (Logan, Utah: Academy for Temple Studies/USU Religious Studies, 2013), 109–124.

Daniel C. Peterson, “Nephi and His Asherah”, Journal of Book of Mormon Studies 9, no. 2 (2000): 16–25.

 
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