KnoWhy #84 | Abril 15, 2017

¿Por qué fueron Benjamín y Mosíah líderes tan amados y eficientes?

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Central de las Escrituras

"Y sucedió que el rey Mosíah anduvo en las sendas del Señor, y observó sus juicios y sus estatutos, y guardó sus mandamientos en todas las cosas que el Señor le mandó" Mosíah 6:6

El conocimiento

Mientras que Mormón buscaba "entre los anales que habían sido entregados en [sus] manos" (Palabras de Mormón 1:3), encontró la historia de dos de los primeros reyes nefitas que lo impresionaron de gran manera como hombres que fueron tanto líderes justos como fieles discípulos del Señor Jesucristo. Él consideró a Benjamín como un “hombre santo” (Palabras de Mormón 1:17), y a su hijo, Mosíah, como alguien que “caminaba en los caminos del Señor” (Mosíah 6:6).

Mormón vio a Benjamín como un ejemplo de un líder justo que había trabajado “con todas las fuerzas de su cuerpo y las facultades de su alma” y que pudo “nuevamente establec[er] la paz en el país” (Palabras de Mormón 1:18) y su hijo fue de la misma manera un discípulo líder.  A diferencia de otros líderes nefitas, como el inicuo rey Noe, los reyes Benjamín y Mosíah guiaron con su ejemplo justo y se pueden considerar como modelos del discipulado por los siglos siguientes.

El fallecido élder Neal A. Maxwell comentó sobre uno de los requisitos más grandes del discipulado en toda escritura sagrada, a saber, la admonición del rey Benjamín de deshacerse del hombre natural en Mosíah 3:19. Elder Maxwell señaló: "Desechar el hombre natural y luchar para llegar a ser un seguidor de Cristo es el primer paso del discipulado. Fue delineado por Benjamín con una especificidad e intensidad que hace de este sermón uno de los más grandes registrados".1

Por ejemplo, Benjamín dijo la famosa declaración: "Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre" (Mosíah 3:19).

Benjamín y su hijo Mosíah, eran esa clase de hombres. Las palabras de Benjamín a su pueblo demostraban su asombrosa humildad: "[S]oy como vosotros, sujeto a toda clase de enfermedades de cuerpo y mente; sin embargo, he sido elegido... guardado y preservado, para serviros con todo el poder, mente y fuerza que el Señor me ha concedido" (Mosíah 2:11).

Amonestó a las personas a estar "al servicio de vuestros semejantes" solamente después de que él mismo había puesto el ejemplo. Él pudo declarar: "Y aun yo mismo he trabajado con mis propias manos a fin de poder serviros, y que no fueseis abrumados con tributos, ni que cayera sobre vosotros cosa alguna que fuese pesada de llevar" (Mosíah 2:14).

Poder ver a su rey trabajando junto a su pueblo habría sido un ejemplo inspirador. Sus súbditos ciertamente lo amaron por ello y habrían hecho cualquier cosa que les pidiera. Lo que les pidió era sencillo: "He aquí, me habéis llamado vuestro rey; y si yo, a quien llamáis vuestro rey, trabajo para serviros, ¿no debéis trabajar vosotros para serviros unos a otros?" (Mosíah 2:18).

El sentido del deber del rey Benjamín, sin embargo, se debió no solamente por el amor hacia sus semejantes, sino aún más por causa de su amor a Dios. Es por esto que les enseñó: "Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios" (Mosíah 2:17).

El amor de Benjamín por Jesucristo es abundantemente claro por las palabras de su discurso. Amaba a Cristo lo suficiente para servirle y predicar su evangelio al pueblo nefita. Benjamín y Mosíah conocían la "grandeza" y "bondad" de Dios, y querían que los de su pueblo fueran "llenos del amor de Dios" (Mosíah 4:11-12).

El porqué

Benjamín y Mosíah fueron líderes amados y efectivos porque amaban a Dios y a sus semejantes, y aquel amor les conducía a prestar servicio. Ellos fueron ejemplos destacados de practicar lo que enseñaban. El discurso de Benjamín refleja el buen sentido y juicio acertado que se obtiene solamente de una vida llena de experiencias concretas.

Como lo señaló el élder Neal A. Maxwell, el rey Benjamín encarna las virtudes del discipulado las cuales animó a sus oyentes a desarrollar: mansedumbre, humildad, paciencia, amor y estar sujetos al espíritu. El discurso del rey Benjamín es una gran oratoria, no solamente porque abarca grandes temas, sino porque lo hace mientras permanece completamente en contacto con la vida real. Sus comentarios se elevan a un nivel de sabiduría proverbial en temas como el servicio, liderazgo, naturaleza humana, responsabilidad y de rendir cuentas, deuda con Dios, humildad, gracia, obediencia, gratitud, paz, contención, caridad y la importancia de los niños. Su sabiduría no se dispensa en trivialidades amplias, sino se da en instrucciones específicas que permiten plenamente que se alcance el éxito.

Todo aquel que es llamado a ser líder, maestro, padre y discípulo de Cristo hoy en día puede aprender mucho al seguir el ejemplo de Benjamín y Mosíah, mientras presidieron durante un periodo de paz y unidad entre el pueblo nefita que se produjo porque guiaban con el ejemplo y eran líderes y siervos verdaderos. Por todas estas razones, ellos fueron admirados y respetados por su pueblo.

Otras lecturas

Neal A. Maxwell, “King Benjamin’s Manual of Discipleship,” Ensign (Jan 1992).

John W. Welch, “Benjamin, the Man: His Place in Nephite History,” in King Benjamin’s Speech (Provo, UT: FARMS, 1998), 23–54.

 
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