KnoWhy #311 | Febrero 13, 2018

¿Cómo se puede vencer al hombre natural?

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Central de las Escrituras

"Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre". Mosíah 3:19

Contexto y Contenido

El rey Benjamín organizó su famoso discurso (Mosíah 2-5) con pautas literarias destinadas a resaltar y reforzar enseñanzas importantes.1 Sus enseñanzas sobre el "hombre natural" se encuentran literalmente en el mismo centro de todo su discurso (Mosíah 3:19), destacando su importancia central. Dentro de ese patrón, Mosíah 3:18-19 en sí mismo forma un quiasmo en el que las palabras clave, frases o ideas se repiten en orden inverso.2

Los hombres beben condenación para sus propias almas excepto cuando
A se humillen
B y se vuelvan como niños pequeños
C y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente
D Porque el hombre natural
E es enemigo de Dios
F y lo ha sido desde la caída de Adán
F y lo será para siempre jamás
E a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu
D y se despoje del hombre natural
C y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor
B y se vuelva como un niño
A sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre (Mosíah 3:18–19) 3
Este modelo empareja el estado del hombre natural entre referencias a la expiación, llegar a ser como un niño y la humildad. En la segunda mitad de este modelo, la obediencia llega a ser un concepto clave, con los términos someter y sumiso que aparecen cuatro veces.4 Como parte de la organización más amplia de su discurso, el rey Benjamín hizo hincapié en que el nombre de Cristo es el único medio de salvación, enfatizando esto poco antes y poco después de este pasaje (Mosíah 3:17, 21).

Dominio de la Doctrina Mosíah 3:19 Infografía de Book of Mormon Central

Dominio de la Doctrina Mosíah 3:19 Infografía de Book of Mormon Central

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El lenguaje de niñez también tiene una función importante en el discurso del rey Benjamín. El discurso a su pueblo está precedido por el consejo a sus hijos (Mosíah 1:2-8), y tanto la forma singular como plural de niño, hijo e hija aparecen 41 veces a lo largo de Mosíah 1-6.5 Este lenguaje es temáticamente importante ya que el rey Benjamín acaba de coronar a su hijo como rey (Mosíah 2:30). En el antiguo Israel, el rey se convertía en el hijo o niño del Señor cuando era coronado.6 Pero el rey Benjamín extendió este privilegio a todo su pueblo, declarando:

Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas. (Mosíah 5:7, énfasis añadido)

Doctrina y Principios

La esencia del evangelio y el plan de salvación se presentan clara y simplemente en este pasaje compacto, cuidadosamente escrito y bien organizado, situado en el centro del poderoso discurso del rey Benjamín. Las doctrinas y los principios clave, como la caída, el papel del Espíritu Santo, el arrepentimiento y el poder de la expiación, se enseñan en este pasaje único.

Debido a la Caída, todos somos enemigos naturales de Dios.7 El control de esta condición se enfatiza en el centro del modelo, pero luego el pasaje temáticamente invierte este punto y presenta someterse como la única manera de superar la caída. El "enemigo de Dios" debe "somet[erse] al influjo del Santo Espíritu" y "a cuanto el Señor juzgue conveniente", incluso si esto significa que deben soportar cargas pesadas (Mosíah 24:15).

La sumisión puede manifestarse de varias maneras. El hacer un acto de servicio amoroso, por ejemplo, es una manera de posponer los deseos egoístas del hombre natural y cumplir la voluntad del Señor, como lo explica el élder Benjamín De Hoyos:

Podemos someter nuestro cuerpo a la voluntad del Padre cuando olvidamos nuestras propias necesidades y renunciamos a nuestra propia comodidad; cuando hacemos tiempo para visitar a otros, incluyendo a nuevos conversos quienes necesitan ser "nutridos por la buena palabra de Dios" (Moroni 6:4); o al "socorre[r] a los débiles, levanta[r] las manos caídas y fortalece[r] las rodillas debilitadas" (DyC 81:5).8

El acto de someterse humildemente a la voluntad del Señor es, en última instancia, lo que significa arrepentirse. Después de citar Mosíah 3:19, el élder Russell M. Nelson enseñó: "Hermanos y hermanas, ¡eso es la conversión! ¡El arrepentimiento es la conversión! Un alma arrepentida es un alma convertida, y un alma convertida es un alma arrepentida".9

En este proceso, el Espíritu Santo "influye" al hombre natural para que llegue a ser un hombre santo, 10 o “santificado,” al someterse a Dios. Sin embargo, es solamente a través de la sangre expiatoria de Cristo, el Señor omnipotente, que la transformación del hombre natural a santo puede ocurrir. La misma expiación se logró cuando Cristo se sometió a la voluntad del Padre (Mosíah 15:2), y empodera y purifica a todos los que se someten dócilmente al Padre. A través de la gracia expiatoria y la obra de Cristo, las personas pacientes renacen—se vuelven como niños, porque ahora son Sus hijos.11 El élder D. Todd Christofferson atestiguó:

Testifico que a medida que sigan en el sendero del renacimiento espiritual, la gracia expiatoria de Jesucristo borrará sus pecados y la mancha de esos pecados, las tentaciones perderán su atractivo y, por medio de Cristo, llegarán a ser santos, tal y como Él y nuestro Padre son santos.12

Otras Lecturas

Élder D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo”, Liahona, Mayo 2008, 76–79.

Élder Russell M. Nelson, “El arrepentimiento y la conversión”, Liahona, Mayo 2007, 102–105.

Élder Benjamín De Hoyos, “Book of Mormon Principles: Submitting Our Will to the Father’s”, Ensign, July 2004, en línea en lds.org.

 
  • 1. Véase John W. Welch, “Parallelism and Chiasmus in Benjamin’s Speech”, en King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom”, ed. John W. Welch y Stephen D. Ricks (Provo, UT: FARMS, 1998), 315–410.
  • 2. Welch, “Parallelism and Chiasmus in Benjamin’s Speech”, 319–324, 326–327, 350, 352, 373–376. Para más información sobre los quiasmos en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué es significativa la presencia de quiasmos en el Libro de Mormón? (Mosíah 5:10–12)”, KnoWhy 166 (Julio 21, 2017). Este quiasmo fue uno de los primeros en ser detectado en el Libro de Mormón por Welch hace cincuenta años, el 16 de agosto de 1967, y publicado por primera vez en John W. Welch, “Chiasmus in the Book of Mormon”, BYU Studies 10, no. 3 (1969): 69–83; véase también John W. Welch, “Chiasmus in the Book of Mormon”, en Chiasmus in Antiquity: Structures, Analyses, Exegesis, ed. John W. Welch (Hildesheim: Gerstenberg Verlag, 1981; reimpreso en Provo, UT: Research Press, 1999), 198–210; John W. Welch, “Chiasmus in the Book of Mormon”, en Book of Mormon Authorship: New Light on Ancient Origins, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Religious Studies Center, 1982: reimpreso en Provo, UT: FARMS, 1996), 33–52.
  • 3. Adaptado por Welch, “Parallelism and Chiasmus in Benjamin’s Speech”, 350, 352. Véase también, Donald W. Parry, Poetic Parallelisms in the Book of Mormon: The Complete Text Reformatted (Provo, UT: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2007), 166.
  • 4. Véase D. Kelly Ogden, Verse by Verse: The Book of Mormon, 2 vols. (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2011), 1:314.
  • 5. Se determina buscando los términos niño, hijo e hija en el Libro de Mormón en lds.org.
  • 6. Daniel Boyarin, The Jewish Gospels: The Story of the Jewish Christ (New York, NY: The New Press, 2012), 26–31.
  • 7. Véase Robert L. Millet, “The Natural Man: An Enemy to God”, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr., The Book of Mormon Symposium Series, Volume 5 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 139–159; Rodney Turner, “The Great Conversion”, en The Book of Mormon, Part 1: 1 Nephi to Alma 29, ed. Kent P. Jackson, Studies in Scripture, Volume 7 (Salt Lake City, UT: Desert Book, 1987), 217–218.
  • 8. Élder Benjamín De Hoyos, “Book of Mormon Principles: Submitting Our Will to the Father’s”, Ensign, July 2004, en línea en lds.org.
  • 9. Élder Russell M. Nelson, “El arrepentimiento y la conversión”, Liahona, Mayo 2007, 102.
  • 10. Turner, “The Great Conversion,” 218.
  • 11. John A. Tvedtnes, The Most Correct Book: Insights from a Book of Mormon Scholar, 2nd edition (Springville, UT: Horizon, 2003), 253.
  • 12. Élder D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo”, Liahona, Mayo 2008, 78.
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