KnoWhy #338 | Marzo 29, 2018

¿Cómo nos lleva el Evangelio a Cristo?

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Central de las Escrituras

"Y este es el mandamiento: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha". 3 Nefi 27:20

Contexto y Contenido

En 3 Nefi 27:20 Jesús declaró: "Y este es el mandamiento: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha". Es importante destacar que este versículo es parte de la propia descripción que Jesucristo dio de Su evangelio.1

Al principio de este capítulo, los discípulos habían orado para conocer cómo debían de llamar a la iglesia que Cristo había establecido entre ellos. Jesús apareció entre ellos y les enseñó que "cualquier cosa que hagáis, la haréis en mi nombre, de modo que daréis mi nombre a la iglesia" (3 Nefi 27:7).2 Con esto en mente, el mandamiento de Cristo en el versículo 20 de ser "bautizados en mi nombre" enfatiza la importancia de Su santo nombre en todos los convenios y ordenanzas.3

El mensaje de Cristo de arrepentimiento a "todos vosotros, extremos de la tierra" y su mandamiento de "venid a mí" debe haber sido particularmente significativo en el contexto de su reciente aparición en el templo en la tierra de Abundancia (3 Nefi 27:20). En este contexto, todas las personas presentes fueron literalmente invitadas a venir a Él una por una para que por sí mismas, sintieran Su cuerpo resucitado.4 Este evento simboliza el alcance universal del evangelio de Cristo, así como también la relación que Él ofrece a cada hijo de Dios de manera personal.

Dominio de la Doctrina 3 Nefi 27:20. Infográfico por Book of Mormon Central

Dominio de la Doctrina 3 Nefi 27:20. Infográfico por Book of Mormon Central

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También en la tierra de Abundancia, Cristo físicamente sanó a aquellos que estaban enfermos o "que padecían cualquier aflicción" (3 Nefi 17:9). También su evangelio puede sanar a todos los que vengan a Él.5 Aquellos que tienen fe en Él (3 Nefi 27:19), se arrepientan de sus pecados, y sean bautizados en Su nombre pueden llegar a ser espiritualmente transformados ya que son "santificados por la recepción del Espíritu Santo" (v. 20).

En esta bendita condición, ellos pueden "en el postrer día [presentarse] ante [Cristo] sin mancha" (3 Nefi 27:20). En el Libro de Mormón, la palabra sin mancha casi siempre se refiere a estar sin pecado en la presencia de Dios6 y tiene una referencia simbólica a la ropa que uno lleva. 7 El término último día se refiere al juicio final,8 cuando los resucitados se levanten una vez más "revestidos de carne" para ser juzgados por Dios (DyC 138:43).9

Doctrinas y Principios

Al igual que aquellos que físicamente sintieron el toque sanador de Cristo en el templo de la tierra de Abundancia, cada uno de nosotros puede espiritualmente venir a Cristo al ser bautizado en Su iglesia y vivir Su evangelio. Este camino de progreso espiritual siempre nos permite "acercarnos a Él" y después llegar a ser como Él.10

El arrepentimiento y el bautismo son elementos esenciales en el evangelio de Cristo porque "nada impuro puede entrar en [el] reino [del Padre]" (3 Nefi 27:19). Sin embargo, el élder David A. Bednar ha enseñado que "la remisión de los pecados no es ni el único ni aun el más importante propósito del Evangelio".11

El propósito más elevado del poder expiatorio de Cristo es ayudarnos a llegar a ser "santificados por la recepción del Espíritu Santo" (3 Nefi 27:20). El élder Bednar describió esta transformación como un "cambio radical en nuestros deseos, motivos y naturaleza. ... Nuestro propósito espiritual es superar tanto el pecado como el deseo de pecar, tanto la mancha del pecado como su tiranía".12

Como Cristo enseñó, este poder santificador se ve facilitado por la recepción del Espíritu Santo, y por lo tanto es un don que debe ser recibido activamente. Sin embargo, se debe entender que el poder purificador y santificador del Espíritu Santo solo se hace posible a través de la expiación infinita de Jesucristo. Cuando los individuos se "somet[an] al influjo del Santo Espíritu" (Mosíah 3:19), el tercer miembro de la trinidad, "aplica[rá] la sangre expiatoria de Cristo" en sus vidas (Mosíah 4:2).

Por último, todo acerca de la iglesia de Cristo y Su evangelio se centra en el mismo Cristo. La Iglesia lleva el nombre de Jesucristo. El evangelio comienza con la fe en Cristo. La pureza espiritual es posible para toda la humanidad a través del sufrimiento de Cristo. Y la habilidad del Espíritu Santo para santificarnos viene a través del poder habilitador de la expiación de Cristo.

Tiene sentido que el evangelio sea todo acerca de Él porque Su expiación es todo acerca de nosotros. Aunque no tenía pecado, sufrió por nuestros pecados. Él derramó su sangre por cada poro por nosotros (véase Mosíah 3:17). Él experimentó la totalidad del dolor y la tristeza mortal por nosotros (véase 2 Nefi 9:21). Y permitió que se le crucificara para que pudiera atraernos a todos hacia Él, para ser "juzgados según [nuestras] obras" (3 Nefi 27:15). En ese día, todos los que voluntariamente vengan a Cristo al seguir Su evangelio se mantendrán sin mancha ante Él, habiendo sido purificados y santificados a través de Su poder expiatorio.

Otras lecturas

Presidente Henry B. Eyring, “‘Venid a mí’”, Liahona, Mayo 2013, 22-25, en línea en lds.org.

Élder David A. Bednar, “Limpios de manos y puros de corazón”, Liahona, Noviembre 2007, 80-83, en línea en lds.org.

Élder Dallin H. Oaks, “El tomar sobre nosotros el nombre de Cristo”, Liahona, Julio 1985, 77-80.

 
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