Evidencia #465 | Octubre 2, 2024

Rituales de realeza mesoamericanos

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Scripture Central

Discurso del Rey Benjamín. Imagen vía churchofjesuschrist.org.

Resumen

Varios aspectos rituales del discurso del rey Benjamín encajan bien en los antiguos contextos mesoamericanos.

Resumen

Algunos aspectos del discurso del rey Benjamín que pronunció en el templo para anunciar a Mosíah como próximo rey, pueden parecer extraños a los lectores modernos. Por ejemplo, Benjamín no quería que el pueblo pensara que él era "más que un ser mortal" (Mosíah 2:10). Esta declaración, junto con la insistencia de Benjamín en que "ni yo, sí, yo, a quien llamáis vuestro rey, soy mejor de lo que sois vosotros", puede corresponder a antiguas ideas sobre la realeza (Mosíah 2:26). Como han observado Mark Wright y Brant Gardner, "tales descripciones tienen poco sentido a menos que las condiciones que describió como ausentes bajo su reinado fueran realmente comunes en otros lugares"1.

De hecho, a lo largo de la antigüedad, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, predominaba la creencia de que los reyes eran divinos de alguna manera. También se pensaba que los reyes se convertían en dioses al ser coronados. Son bien conocidos muchos estudios que sitúan estos y otros aspectos del discurso del rey Benjamín en un contexto del Viejo Mundo, especialmente dentro de los antiguos festivales y coronaciones israelitas2. Los estudios que ilustran cómo encaja el discurso de Benjamín en el contexto del Nuevo Mundo son menos conocidos. En este sentido, parece que Benjamín pudo haber subvertido las tradiciones sobre la realeza divina que estaban incrustadas en las culturas circundantes.

Al pronunciar su discurso público, Benjamín declaró que Mosíah era "rey y gobernante" sobre su pueblo (Mosíah 2:30). Esto siguió a un anuncio más íntimo de la realeza de Mosíah dado en un entorno familiar el día anterior (Mosíah 1:10). Este mismo patrón de coronaciones privadas seguidas de anuncios públicos puede verse en las culturas mesoamericanas. Wright explicó: "La unción de un nuevo rey entre los mayas comenzaba con una ceremonia privada celebrada en el palacio real, a la que asistían sacerdotes, escribas y unas pocas élites selectas. La presentación pública del nuevo rey tenía lugar más tarde en el templo, donde se le exhibía con todos sus ropajes reales"3.

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El rey Benjamín enseñando a su familia. Imagen vía churchofjesuschrist.org.

Otro paralelo involucra el escenario del discurso de Benjamín. Como la multitud era tan grande, "el rey Benjamín no podía enseñarles a todos dentro de los muros del templo; de modo que hizo construir una torre, para que por ese medio su pueblo oyera las palabras que él les iba a hablar" (Mosíah 2:7). En la antigua América se pueden encontrar estructuras similares. Por ejemplo, "En los murales de San Bartolo, Guatemala (ca. 100 a. C.) vemos una ceremonia de entronización en la que el gobernante se sienta sobre una torre o andamio de madera para recibir los emblemas del gobierno". Además, "la disposición arquitectónica de los complejos de templos maximizaba eficazmente la acústica, permitiendo que los oradores situados en lo alto de un templo fueran vistos y escuchados claramente en toda la plaza"4.

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El rey Benjamín predicando en una torre. Imagen vía churchofjesuschrist.org

Durante las coronaciones mesoamericanas, el rey realizaba una serie de rituales. Uno de ellos, un ritual en que se derrama sangre, "requería que la sangre [fuera] derramada de partes diferentes y específicas del cuerpo"5. Se creía que al derramar la sangre del rey de esta forma ritual, se abrirían las puertas que conectan los mundos divino y terrenal y el rey recibiría visiones y revelaciones sobre el reino divino y los acontecimientos futuros. A través de estas visiones, el rey podría comunicarse con seres divinos (como los ángeles) y dar vida al mundo, lo que también reforzaría la afirmación de que el rey era un ser divino6.

En lugar de realizar un ritual de derramamiento de sangre como haría un rey maya, Benjamín insistió en que él no era divino. En cambio, enseñó que "la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente", que "la sangre le brotará de cada poro" (Mosíah 3:7, 18). Este mensaje "hizo hincapié en el hecho de que Cristo era su 'Rey Celestial' (Mosíah 2:19) y que su sangre tenía un poder mucho mayor que el de cualquier rey terrenal"7. Wright señaló: "los nefitas, que vivían entre la cultura mesoamericana más amplia, seguramente eran conscientes de la naturaleza sagrada de la sangre real y del poder que tenía para traer nueva vida"8.

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Jesucristo orando en Getsemaní. Imagen vía churchofjesuschrist.org.  

En particular, estas verdades sobre el sacrificio expiatorio de Cristo fueron reveladas a Benjamín mientras conversaba con un ángel. Aunque no ocurría en un ritual de derramamiento de sangre, esto establecía a Benjamín como "un intermediario entre los reinos humano y sobrenatural", tal como se creía de los reyes mesoamericanos9. Cuando se celebraban en los festivales de la cosecha, las coronaciones mayas incluían la representación del descenso de un dios al inframundo y su resurrección triunfal, un acto que Benjamín no se atribuía a sí mismo, sino a Jesucristo10.

Otro aspecto fundamental de la realeza divina en la antigua Mesoamérica era la herencia divina del rey. En opinión de Wright, "para los antiguos mayas, el derecho a gobernar provenía claramente de la descendencia de los dioses", lo que permitía al rey recibir "una porción de la divinidad de sus antepasados por derecho de nacimiento, y su legitimidad como gobernante quedaba así firmemente establecida en la mente del pueblo"11.

En lugar de reclamar la descendencia de cualquier ser divino, Benjamín democratizó este elemento de la realeza, enseñando que todo el pueblo podía ser considerado descendiente del "Rey celestial" y, por lo tanto, todos podían ser receptores de las bendiciones de Cristo (Mosíah 2:19)12. Al hacer convenios en el templo, todos los nefitas se habían convertido en "progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente" (Mosíah 5:7).

Conclusión

Estos detalles demuestran que el discurso del rey Benjamín encaja bien en un antiguo contexto mesoamericano. De hecho, ese entorno puede incluso ayudar a explicar algunas de las declaraciones de Benjamín que de otro modo serían desconcertantes. Si las culturas circundantes veían a los reyes mortales como seres semidivinos que descendían de los dioses y cuya sangre tenía un poder sagrado, entonces tiene sentido por qué Benjamín aclaró que él era solo un hombre, que solo la sangre de Cristo puede salvarnos y que todos pueden convertirse en hijos de Cristo a través de convenios sagrados. Como concluyeron Gardner y Wright, "Benjamín parece estar contrastando su reinado con un conjunto bien conocido de rasgos de las culturas circundantes"13.

En lugar de estar en contradicción con estudios previos sobre los rasgos culturales del Viejo Mundo, estos paralelismos del Nuevo Mundo los amplían, lo que demuestra que el discurso de Benjamín tiene conexiones significativas con ambos contextos antiguos. Esto es lo que se podría esperar de un grupo de israelitas que emigró a una tierra lejana y se integró a una nueva sociedad, pero que también se propuso a preservar su religión y gran parte de su patrimonio cultural.

Lecturas adicionales
Notas a pie de página
Libro de Mormón