Hyrum Smith

Hyrum Smith ya era un adulto cuando José le contó a su familia sobre las visiones que había recibido y las planchas de oro que debía traducir¹. Hyrum estaba presente cuando las planchas fueron llevadas a la casa de Smith y, finalmente, afirmó como uno de los Ocho Testigos que había visto, manipulado y sopesado las planchas de las que se tradujo el Libro de Mormón².

A pesar de ser casi seis años mayor que él³, Hyrum tomó en serio las afirmaciones de José y voluntariamente siguió el ejemplo de su hermano menor. Nadie era un partidario más leal y fiel de José que Hyrum, pero esa lealtad tuvo un precio. Hyrum acompañaba a José y, por lo tanto, soportó los mismos sufrimientos y persecuciones. A pesar de todo, Hyrum testificó constantemente del Libro de Mormón.

La única afirmación de primera mano de Hyrum sobre su testimonio se encuentra en una carta dirigida "a los Santos esparcidos en el extranjero"⁴, que escribió a raíz de su desgarradora experiencia en la cárcel de Liberty⁵. Se justificó por la carta al mencionar su testimonio impreso en el Libro de Mormón:

"Habiendo dado mi testimonio al mundo sobre la veracidad del Libro de Mormón, la renovación del convenio eterno y el establecimiento del Reino de los Cielos, en estos últimos días; y habiendo pasado por grandes aflicciones y angustias por ello, pensé que podría ser fortalecedor para mis amados hermanos, darles un breve relato de mis sufrimientos, por amor a la verdad, y el estado de mi mente y sentimientos, mientras estaba en las circunstancias de la naturaleza más difícil y afligida"⁶.

Después de narrar las diversas dificultades que soportó después de salir de Kirtland hacia Misuri, Hyrum afirmó directamente que había visto y sostenido las planchas en sus manos:

“He sido maltratado y arrojado a un calabozo y confinado por meses debido a mi fe y al 'testimonio de Jesucristo'. Le doy gracias a Dios por haber sentido que prefería morir, a negar lo que mis ojos habían visto y lo que mis manos habían tocado ... y lo que he testificado en toda oportunidad. Y puedo aseguraros mis amados hermanos, que nunca en mi vida había expresado testimonio tan fuerte como el que expresé aun encontrándome ante las mismas garras de la muerte”⁷.

Otros que escucharon a Hyrum testificar lo recordaron usando un lenguaje similar. Sally Parker, por ejemplo, escuchó a Hyrum decir "Tenía dos manos y dos ojos, que había visto las planchas con sus ojos y las sopesó con sus manos"⁸. En 1841, Joseph Fielding dijo que su hermana, la esposa de Hyrum, Mary Fielding, le aseguró que "su esposo había visto y sopesado las planchas"⁹.

En otros casos, la gente informó que Hyrum simplemente reafirmó la declaración pública de los Ocho Testigos. Algunos de los que lo escucharon hablar en Salem, Massachusetts, simplemente dijeron: "Lo escuchamos declarar, en público, en esta ciudad, que lo que está registrado sobre las planchas, etc., es la verdad solemne de Dios"¹⁰. Agnus Cannon recordó haberlo escuchado testificar "sobre la divinidad del Libro de Mormón y la aparición de las planchas" cuando tenía diez años de edad¹¹.

William E. McLellin escuchó a Hyrum compartir "su evidencia de la veracidad del libro" a una congregación de aproximadamente 500 personas en 1831. Unas semanas antes, McLellin tuvo una larga conversación con Hyrum, en la que "preguntó sobre los detalles de la salida a luz del registro ... y sobre los testimonios que había escuchado"¹². Al día siguiente, McLellin concluyó: "Estaba obligado, como un hombre honesto, a reconocer la verdad y la validez del Libro de Mormón"¹³.

Como observó Richard Lloyd Anderson con respecto a cada uno de los Smiths entre los Ocho Testigos, cuando se trata de Hyrum, uno debe "enfatizar los hechos más que las palabras"¹⁴. Según todos los relatos, Hyrum era un hombre modesto y tranquilo que lideraba principalmente con el ejemplo¹⁵. Todos los que lo conocían lo consideraban un hombre de honestidad e integridad¹⁶ y demostró estar dispuesto a soportar severas persecuciones por su lealtad a José y fidelidad a su testimonio.

Si bien algunos pueden verse tentados a descartar su testimonio porque era el hermano de José, en muchos aspectos eso hace que su testimonio sea más convincente, no menos. Hyrum testificó una vez en la corte que él y José nunca habían estado separados por más de seis meses desde que José nació¹⁷. Tal vez nadie más estaba tan familiarizado con todos los "dichos, hechos, transacciones comerciales y movimientos" de José como Hyrum¹⁸. Como el hermano mayor, más maduro y más experimentado de José, nadie estaba en una mejor posición que Hyrum para evaluar si José estaba diciendo la verdad cuando habló sobre el ángel y las planchas, o si José tenía los recursos o habilidades para fabricar planchas como las que Hyrum examinó directamente.

La pesada tensión de tratar de mantener colectivamente un secreto o sostener una mentira a menudo puede separar a las familias y los hermanos, especialmente cuando se encuentran bajo un crisol de sufrimiento y persecución debido a ese mismo secreto. Tampoco es inaudita la enemistad entre hermanos cuando el poder y la influencia están en juego. Tales cosas a menudo pueden abrir una brecha entre los miembros de la familia, pero no sucedió entre José y Hyrum.

Con el tiempo, la determinación de Hyrum para morir antes de negar lo que él sabía que era cierto fue puesta a prueba directamente en 1844, cuando él y José sufrieron el martirio en la cárcel de Carthage. Significativamente, esto ocurrió poco después de que leyeron y testificaron del Libro de Mormón por última vez. Por lo tanto, mientras que otros miembros de los Tres y Ocho Testigos sufrieron persecución por el bien del Libro de Mormón, Hyrum es el único que, por así decirlo, selló su testimonio con sangre y su propia vida¹⁹.

Larry E. Morris, A Documentary History of the Book of Mormon (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 415–422.

Jeffrey S. O’Driscoll, Hyrum Smith: A Life of Integrity (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003).

Richard Lloyd Anderson, “Attempts to Redefine the Experience of the Eight Witnesses”, Journal of Book of Mormon Studies 14, no. 1 (2005): 18–31.

Richard Lloyd Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1981), 137–149.