Evidencia #216 | Julio 26, 2021

El juicio de Seántum

Publicación aportada por

 

Scripture Central

Resumen

El juicio de Seántum presenta una serie de detalles que ayudan a autenticarlo como un texto jurídico antiguo.

El lamento profético de Nefi

"Nefi orando sobre su torre" [Nefi orando sobre su torre], por Jody Livingston.

Durante una época de gran iniquidad entre los nefitas, el profeta Nefi (hijo de Helamán), subió a su torre y derramó su alma en un gran lamento ante Dios (Helamán 7:1–9)1. Esta torre, situada junto a la carretera que conducía al mercado principal2, fue visible para los transeúntes que "corrieron y dijeron al pueblo lo que habían visto; y vino la gente en multitudes para conocer la causa de tanta lamentación por las maldades del pueblo" (v. 11).

Al ver que el pueblo se había reunido, Nefi comenzó a testificar de su iniquidad y a profetizar de los castigos divinos que vendrían sobre ellos si no se arrepentían (Helamán 7:13–29). El especialista en Derecho John W. Welch propuso que la lamentación enfática y pública de Nefi, combinada con su insistencia en los temas de la muerte, puede indicar que estaba organizando un tipo de "alegoría profética en forma de una especie de sermón fúnebre"3.

Los jueces tenían autoridad limitada

Entre la multitud había jueces inicuos que, dirigiéndose al pueblo, exclamaron: "¿Por qué no prendéis a este hombre, y lo lleváis para que sea condenado según el delito que ha cometido?" (Helamán 8:1). Unos versículos más adelante, se informa a los lectores que los jueces "no osaron ellos mismos echar mano de él, pues temían que el pueblo clamara contra ellos" (v. 4). Esto implica que los jueces no tenían la autoridad para iniciar una demanda ellos mismos (al menos no en su calidad de jueces), probablemente debido al "obvio conflicto de intereses"4. Como explica Welch,

De manera consistente, en los casos legales nefitas, solo el pueblo tenía legitimación o el derecho de comparecer como demandantes: este fue el caso de Nehor (un grupo de miembros de la iglesia había iniciado la acción contra él; Alma 1:10), Abinadí, Alma y Amulek, Korihor y Paanqui (un amplio consenso popular apoyó el caso contra el acusado; Mosíah 12:9; Alma 11:20; 30:20–21; Helamán 1:8), pero de manera más explícita y definitiva en el presente caso. ... Esta limitación en el poder de los jueces nefitas parece ser una restricción heredada de las restricciones israelitas y nefitas sobre los poderes de los reyes, quienes igualmente bajo la ley antigua no podían (o al menos no lo hacían) actuar como jueces por su propia iniciativa5.

Injurias contra la ley y el pueblo

En cuanto a la supuesta iniquidad de Nefi, los jueces preguntaron al pueblo: "¿Por qué miráis a este hombre, y lo escucháis vilipendiar a este pueblo y nuestra ley?" (Helamán 8:1). Este delito, aparentemente basado en Éxodo 22:28, era similar a las acusaciones formuladas contra varios otros profetas nefitas en contextos legales. Curiosamente, mientras que Abinadí fue acusado de injuriar al rey (Mosíah 17:12), Alma, Amulek y Nefi fueron acusados de injuriar al pueblo y a la ley misma (incluidos los abogados y jueces de Ammoníah; véase Alma 10:24, 29; 14:2, 5). El énfasis en injuriar a la ley y al pueblo, en lugar del rey en estos episodios posteriores, concuerda con las reformas democráticas de Mosíah y tiene sentido como una adaptación legal6.

Nefi ora en su torre. Imagen vía churchofjesuschrist.org. 

Un entorno público

Aunque los jueces pudieron poner a algunos de los espectadores en contra de Nefi, otros salieron en su defensa, diciendo: "Dejad a este hombre en paz, porque es un hombre bueno y las cosas que él dice ciertamente acontecerán, a menos que nos arrepintamos" (Helamán 8:7). La naturaleza pública de esta controversia "recuerda el típico entorno público de los juicios de los antiguos israelitas: ‘No hay nada privado en el juicio [de los antiguos israelitas], porque tiene lugar en el mercado público, y muchos de los habitantes de la ciudad están allí observando los procedimientos con gran interés’"7

La profecía cumplida de Nefi

Con la multitud dividida en cuanto a lo que se debería hacer con él, Nefi profetizó: "he aquí, vuestro juez ha sido asesinado, y yace en su propia sangre; y lo ha asesinado su hermano, que ambiciona ocupar el asiento judicial" (Helamán 8:27). Para investigar esta afirmación, cinco hombres de la multitud se apresuraron al tribunal, donde descubrieron que, de hecho, "el juez superior había caído a tierra, y yacía en su propia sangre" (Helamán 9:3).

Al presenciar la escena, estos hombres cayeron al suelo con asombro (Helamán 9:4). Sin embargo, esto resultó desafortunado, porque otros pronto tropezaron con la misma escena y asumieron erróneamente que los cinco hombres caídos eran los asesinos (vv. 7-8). Las personas que descubrieron a los cinco hombres caídos "se apoderaron de ellos, y los ataron y los encarcelaron" (v. 9), como era el protocolo estándar para detener a presuntos o sospechosos delincuentes8.

El ayuno y una proclamación

A continuación, se envió una proclamación para notificar al pueblo que el juez superior había sido asesinado y que los asesinos habían sido apresados (Helamán 9:9). "Y sucedió que a la mañana siguiente, el pueblo se juntó para hacer duelo y para ayunar en el sepelio del gran juez superior que había sido asesinado" (v. 10). Como señala Welch,

El día posterior a la muerte de un líder político era tradicionalmente un día de ayuno y sepultura en el Cercano Oriente (1 Samuel 31:13; 2 Samuel 1:12; 3:35; 12:16–23). La convocatoria de un ayuno especial también puede haber sentado las bases para las inevitables investigaciones legales y procedimientos piadosos que siguieron para detectar y castigar al culpable. El rey Acab pudo crear un aura de falsa solemnidad al comienzo del juicio de Nabot al proclamar un ayuno (1 Reyes 21:12), por lo que el día de ayuno en el caso del asesinato de Seezóram también pudo haber servido para ese propósito9.

Evidencia inadmisible

En relación con la reunión para el sepelio del juez superior, los cinco hombres encarcelados fueron llevados e interrogados por los jueces, tras lo cual testificaron de lo que habían presenciado (Helamán 9:13–15). A pesar de ser los principales sospechosos en el caso, estos cinco fueron liberados inmediatamente después de ser interrogados (v. 18). Este hecho concuerda con la antigua ley israelita, que requería dos o más testigos para probar un delito (Deuteronomio 17:6; 19:15–16). "En este caso, todas las pruebas fueron circunstanciales" y, por lo tanto, inadmisibles10.

Nefi acusado de ser cómplice

Después de escuchar el testimonio de los cinco hombres, los jueces comenzaron a interrogar a Nefi ante la multitud, diciendo: "Tú eres cómplice; ¿quién es el hombre que ha cometido este asesinato? Dínoslo, y reconoce tu delito" (Helamán 9:20). En otras palabras, asumieron que Nefi era parte de una conspiración para matar al juez superior. Puede ser significativo que se alentara a Nefi a reconocer su "delito" en lugar de su culpabilidad.

"Si bien nada en los textos escritos de la ley bíblica aborda este tema", señaló Welch, "bajo la ley judía oral tradicional, los conspiradores y cómplices no se consideraban igualmente culpables que el perpetrador real de un delito"11. Otra evidencia de que esto se aplicaba en las circunstancias de Nefi proviene de la forma en que los jueces ofrecieron reducir su sentencia si confesaba: "te perdonaremos la vida, si nos lo haces saber y admites el pacto que has hecho con [el asesino]" (Helamán 9:20). Si Nefi fuera tan culpable como el asesino, entonces "la pena de muerte habría sido obligatoria bajo la ley nefita e israelita (Génesis 9:6; Éxodo 21:12; Alma 30:10; 34:11)"12.

El asesino es revelado

Obra de Caleb Ceran.

En respuesta a las acusaciones de que él era cómplice del asesinato, Nefi le dio al pueblo otra señal que revelaría al verdadero asesino y exoneraría a Nefi de cualquier crimen. Nefi les instruyó que visitaran la casa de Seántum, el hermano del juez superior, a quien debían interrogar sobre el asesinato de su hermano. Nefi profetizó que, aunque Seántum inicialmente negaría haber asesinado al juez superior, los enviados encontrarían sangre en su manto, después de lo cual confesaría su crimen y testificaría que Nefi no estaba involucrado (Helamán 9:25–36).

El papel de la revelación divina en la detección del crimen en este evento concuerda con varias narraciones bíblicas, según lo relatado por Welch:

El echar suertes, por ejemplo, se usaba a menudo para poner fin a las disputas y separar a los hombres poderosos entre sí (Proverbios 18:18). "En casos importantes, la suerte se realizaba ‘delante de Yahvé’ o ‘delante de la faz de Yahvé’, [es decir,] en un lugar santo". En el caso de Acán, Josué detectó al culpable mediante una forma de revelación en la que el Señor primero identificó a la tribu, luego al clan, luego a la familia y por último al hombre culpable (Josué 7:14–15).

Ya fuera por echar suertes o algún otro medio de selección, "el procedimiento en cuestión tenía el carácter de un acto sacro" porque los indicadores divinos intervenían en el proceso legal no para juzgar como el hombre juzga, sino para ver la justicia y llegar a un juicio adecuado en consonancia con la mente y la voluntad de Dios13.

Una confesión autoincriminatoria

Cuando el pueblo siguió las instrucciones de Nefi, Seántum hizo exactamente lo predicho, y por lo tanto "fue traído para comprobar que él era el verdadero asesino, de modo que dieron su libertad a los cinco, lo mismo que a Nefi" (Helamán 9:38). En circunstancias normales, la confesión autoinculpatoria de Seántum no habría bastado para condenarlo según la ley israelita, ya que se necesitarían dos testigos, como se describe en Deuteronomio 17:6; 19:15–16. Sin embargo, los detalles particulares de su caso concuerdan con varias narraciones bíblicas que presentan una exención similar a este requisito (véase Josué 7; Jueces 17:1–4; 2 Samuel 1:10–16; 2 Samuel 4:8–12). Basándose en estos precedentes, Welch concluyó:

... en el período bíblico, la regla de los dos testigos podía anularse en el caso de una confesión autoinculpatoria, pero no fácilmente, y solo si (1) la confesión ocurría fuera del tribunal o se evidenciaba la voluntad de Dios en la detección del delincuente, y (2) se presentaban pruebas físicas corroborantes que demostraran quién había cometido el delito. Sorprendentemente, la confesión autoinculpatoria de Seántum fue precisamente un caso así en todos los aspectos, y por lo tanto su ejecución no habría sido legalmente problemática. Su confesión fue espontánea y ocurrió fuera de la corte. La evidencia de la voluntad de Dios fue suministrada a través de la profecía de Nefi. La evidencia tangible estaba presente en la sangre encontrada en el manto de Seántum. La combinación de estas circunstancias habría anulado las preocupaciones normales en la jurisprudencia bíblica sobre el uso de confesiones autoincriminatorias para obtener una condena14.

Conclusión

El juicio de Seántum presenta numerosos detalles relacionados con el antiguo derecho bíblico y las costumbres jurídicas. Algunos de estos detalles, como las circunstancias involucradas en la condena de Seántum, constituyen una fuerte convergencia de elementos que refuerzan la autenticidad de la narración. El hecho de que tal información corroborante solo haya salido a la luz a través de la investigación legal de los siglos XX y XXI apunta lejos de la autoría del siglo XIX y hacia orígenes antiguos.     

LECTURAS ADICIONALES

John W. Welch, The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press, 2008), 323–334.

Véase también John W. Welch, “The Case of an Unobserved Murder”, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 242–244.

ESCRITURAS RELEVANTES

Biblia:

Génesis 9:6

Éxodo 21:12

Éxodo 22:28

Deuteronomio 17:6

Deuteronomio 19:15–16

Josué 7:14–15

Jueces 17:1–4

1 Reyes 21:12

1 Samuel 31:13

2 Samuel 1:10–16

2 Samuel 3:35

2 Samuel 4:8–12

2 Samuel 12:16–23

Proverbios 18:18

Libro de Mormón

Helamán 7–9

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Libro de Mormón