Junio 5, 2024

¿Por qué preocuparse por abejas y autores posteriores?

Publicación aportada por

 

Noé Correa

Imagen generada por inteligencia artificial que representa a un antiguo sacerdote egipcio que podría haber sido uno de los propietarios originales de los papiros de José Smith.
Imagen generada por inteligencia artificial que representa a un antiguo sacerdote egipcio que podría haber sido uno de los propietarios originales de los papiros de José Smith.

En redes sociales esta semana, vi dos videos a los cuales quisiera responder. El primero era una explicación sobre la esperanza de vida de las abejas.

Aludiendo a Éter 2:3 y 6:11, decía que las abejas mueren a las pocas semanas, y no habrían sobrevivido el viaje de 344 días. No mencionan la separación de 4 capítulos entre los dos pasajes. Es cierto que llevan abejas pero también “semillas de toda clase” (Éter 2:3). Cuando por fin llegan a las “playas de la tierra prometida”, solo se dice que “empezaron a cultivar el terreno” (Éter 6:12-13). En ningún lugar menciona que participaron en la apicultura. Es completamente factible que las abejas no hayan sobrevivido el viaje. Por lo tanto, más allá de ser un error dentro del Libro de Mormón, más bien viene siendo un error de exégesis del crítico.

El segundo video (una entrevista subtitulada con un egiptólogo) decía que es imposible que en la época de Abraham (ca. 2 000 a. C.) el sacerdote del faraón tuviera un altar en Ur de los caldeos (Abraham 1:10, 20). El poder de Egipto nunca se extendió hasta Mesopotamia. Para responder, debemos reconocer la diferencia entre la tradición y los estudios. Por una parte, la tradición acepta la presentación de historia de los textos antiguos tal cual, sin tomar en cuanta la fecha de composición y la perspectiva del autor(es). En ocasiones, la tradición también agrega afirmaciones que el texto no apoya. Por la otra, los estudios nos han revelado mucho.

Aunque Abraham (y Sarah) pusieran ser personas históricas (de carne y hueso), la historia que se presenta en Génesis es más de naturaleza etiológica, o sea, queriendo explicar el origen de algo. Por esa razón el padre de los judíos (israelitas) es un hombre rico que muestra su poder sobre el faraón de Egipto (Génesis 12). Incluso, sus nombres significan “padre exaltado” (Abraham) y “princesa” (Sarah). Estas historias sirven para elevar el origen de Israel.

Los papiros del Libro de Abraham que consiguió José Smith datan de entre 300 y 100 a. C. y proceden de Tebas, Egipto. Durante este tiempo, hubo muchos escritos más producidos, relatando historias de otros personajes bíblicos (por ejemplo, el Libro de Jubileos y el Libro de Enoc). Si el texto del Libro de Abraham también fue escrito durante este tiempo (o incluso un poco antes pero después de la composición final de Génesis en el sigo VI o V), entonces tenemos una posible fecha de composición. Por ser un texto egipcio (de origen en esas tierras), podemos suponer su perspectiva geográfica. Por ejemplo, ya que los estudios han mostrado que la redacción final de la Torá refleja un conocimiento babilónico del Exilio (587 - 538 a. C.; sin comentar sobre su origen), entendemos por qué afirman en varios pasajes que la tierra de Israel se extendía hasta Mesopotamia (Gén 15:18; Éx 23:31; Deut 1:6-8).

La historia (escritos) y arqueología (historia material) muestran que la frontera de Israel jamás se extendió hasta Mesopotamia. Por lo tanto, los exiliados querían considerarse en o cerca de la tierra de Israel estando ellos en Babilonia. De manera similar, los redactores del Libro de Abraham (judíos en Egipto) pudieron haber imaginado un Egipto grandioso que se extendía incluso hasta la tierra de origen de Abraham. Conociendo la naturaleza de las composiciones antiguas, todo tiene sentido. La única barrera para muchos es aferrarse a una lectura e interpretación históricamente verificable de los hechos narrados. Pero no es necesario. Sobre todo, se debe respetar el texto, su origen, fecha de composición y perspectiva de autor/redactador.

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