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Jehová es nuestro Redentor

Título
Jehová es nuestro Redentor
Tipo de Publicación
Infográficos
Año de Publicación
2022
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Resumen
Varios pasajes del Antiguo Testamento revelan, en un lenguaje explícito y directo, que Jehová (= Señor) es nuestro Redentor. Jehová, en realidad, no es otro que Jesucristo. Los ejemplos bíblicos que revelan que Jehová es nuestro Redentor se exponen en el cuadro siguiente.
La palabra inglesa redeem, derivada del latín redimere (re, "atrás" o "de nuevo" y emere, "comprar") significa "comprar de nuevo; liberar... mediante un pago; liberar pagando un rescate"[1].
Redimir se asocia con las palabras redentor y redención. Un redentor es alguien que redime, o recompra, liberando mediante el pago; y la redención es el acto de recomprar o liberar mediante el pago. En las Escrituras, redimir, redentor y redención se utilizan a veces en textos que describen situaciones legales. He aquí cuatro ejemplos:
- Si un israelita pobre vende su casa o su propiedad para pagar las deudas, "su pariente redentor" puede redimirla (o comprarla de nuevo) para el vendedor (Lev. 25:25-34; cf. Lev. 27; Jer. 32:6-7, donde Jeremías redime el campo de su tío).
- Si un israelita pobre se vende para convertirse en siervo o esclavo para pagar una deuda, un pariente de sangre puede redimirlo o comprarlo de nuevo para liberarlo (Lev. 25:39-55).
- Si una persona mata accidentalmente o por descuido a otra, puede huir por su vida a una de las seis ciudades israelitas establecidas, llamadas "ciudades de refugio". Mientras tanto, uno de los parientes de la persona asesinada, llamado "redentor de la sangre" (que es una mejor traducción hebrea de "vengador de la sangre" de la versión King James), puede perseguir al homicida con la intención de matarlo, y para ello está facultado por la ley mosaica. Si el homicida llega a una ciudad de refugio antes de que el redentor de la sangre lo alcance, puede vivir con seguridad en la ciudad de refugio (Núm. 35; Deut.19; Josué20).
- La historia de Rut aborda los acuerdos legales que implican la redención, o la recompra (sobre Boaz y la redención, véase el capítulo 6).
Cada uno de estos cuatro ejemplos tiene significados simbólicos que nos enseñan sobre Jesucristo, que es nuestro Redentor. Por ejemplo, en el segundo caso, el redentor que recompensa a su pariente pobre que se convirtió en esclavo por deudas simboliza a Jesucristo, que nos recompensa de nuestra esclavitud al pecado. El redentor que recompensa a su pariente pobre paga con dinero, pero el Redentor que nos recompensa de la esclavitud del pecado paga con su propia sangre.
Mucho más significativo que las ramificaciones legales de redimir y redención, recién explicadas, es el significado espiritual de redimir. La razón es que Jesucristo mismo es nuestro gran y todopoderoso Redentor, como se atestigua en el Antiguo Testamento: “Cristo nos redimió” (Gál.3:13); “En quien tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados” (Efe. 1:7); “[Q]uien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad” (Tito 2:14); Él tiene el poder de redimirnos gracias a Su propia muerte y resurrección. Él lo “ganó por su propia sangre” (Hech. 20:28 cf. Sal 74:2).
Las escrituras testifican claramente los increíbles poderes de Jesús, el Redentor: Él nos redime del infierno, de nuestros pecados, del mal (Gén. 48:16), de la muerte física (Oseas 13:14), de la violencia y el fraude (Sal. 72:14; 103:4) y de nuestros enemigos (Sal. 106:10; 107:2; Miq. 4:10). Como Redentor, el Señor también sirve como nuestro Abogado que defiende nuestra causa. El "redentor de ellos es fuerte; Jehová de los ejércitos es su nombre. De cierto abogará la causa de ellos" (Jer. 50:34; Prov. 23:11; Lam. 3:58).
[1] Onions, Oxford Dictionary, 748.

Cita bibliográfica
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